viernes, 11 de abril de 2014

El Señor nos cuidará como un pastor a su rebaño.

Lecturas del 12-4-14 (Sábado de la Quinta Semana de Cuaresma)

 
SANTORAL: San Julio I, papa
 
Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 21-28
 
 Así habla el Señor:
 Yo voy a tomar a los israelitas de entre las naciones adonde habían ido; los reuniré de todas partes y los llevaré a su propio suelo. Haré de ellos una sola nación en la tierra, en las montañas de Israel, y todos tendrán un solo rey: ya no formarán dos naciones ni estarán más divididos en dos reinos.
 Ya no volverán a contaminarse con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeldías. Los salvaré de sus pecados de apostasía y los purificaré: ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
 Mi servidor David reinará sobre ellos y todos ellos tendrán un solo pastor. Observarán mis leyes, cumplirán mis preceptos y los pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que di a mi servidor Jacob, donde habitaron sus padres. Allí habitarán para siempre, ellos, sus hijos y sus nietos; y mi servidor David será su príncipe eternamente.
 Estableceré para ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los instalaré, los multiplicaré y pondré mi Santuario en medio de ellos para siempre. Mi morada estará junto a ellos: yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y cuando mi Santuario esté en medio de ellos para siempre, las naciones sabrán que yo soy el Señor, el que santifico a Israel.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Jer 31, 10. 11-12ab. 13 (R.: cf. 10d)
 
R. El Señor nos cuidará como un pastor a su rebaño.
 
 ¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor, 
 anúncienla en las costas más lejanas!
 Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá, 
 y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»  R.
 
 Porque el Señor ha rescatado a Jacob, 
 lo redimió de una mano más fuerte que él.
 Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, 
 afluirán hacia los bienes del Señor.  R.
 
 Entonces la joven danzará alegremente, 
 los jóvenes y los viejos se regocijarán; 
 yo cambiaré su duelo en alegría, 
 los alegraré y los consolaré de su aflicción.  R.
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 45-57
 
 Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. 
 Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación.» 
 Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?» 
 No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. 
 A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. 
 Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?» Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
 
Palabra del Señor.

stagduran
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