sábado, 16 de febrero de 2019

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jueves, 16 de agosto de 2018

MIS BODAS DE PLATA


Las Bodas de Caná o Canaán es un acontecimiento transcendente y al igual que ocurriera en tiempos dé Jesús, hoy día se siguen celebrando. Hoy cumplo 25 años de esa extraordinaria experiencia de Unidad con el Amado. Son mis Bodas de Plata, estáis invitados

lunes, 28 de diciembre de 2015

LO QUE PRETENDE HACER PODEMOS EN ESPAÑA.


El truco del Referendum Revocatorio de Podemos.Os recomiendo ver este video, para entender la jugada de Pablo Iglesias. Si os parece interesante, COMPARTIRLO. Es un video, que tiene que tener la máxima difusión.

Posted by Anti-podemos on miércoles, 23 de diciembre de 2015

lunes, 16 de noviembre de 2015

Hoy ha llegado la salvación a esta casa

Hoy ha sido la salvación de esta casa

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del segundo libro de los Macabeos 6,18-31

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ¡legal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.»
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.»
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Sal 3,2-3.4-5.6-7 R/. El Señor me sostiene

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10.

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»


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domingo, 12 de julio de 2015

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos - ReL

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos - ReL

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos

El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció una breve homilía en la que afirmó que la persona que es llamada por Dios no hace alarde, no se cree de estar en una "categoría superior", ni debe buscar el aplauso.

En la homilía que pronunció esta tarde en la catedral de Asunción ante obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosos, el Santo Padre recordó que el Señor "no hizo alarde de su categoría" y por ello, del mismo modo, "el llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto".

La perfección se halla en sufrir y obedecer

Todo consagrado, explicó el Papa, "se configura con Aquel que en su vida terrena, 'entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas' alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado".

El Santo Padre también se refirió a la importancia de la oración y afirmó que con ella "cada uno de nosotros... queremos ir pareciéndonos más a Jesús". La oración, continuó, "hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista": 
"La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos de Dios que alzan de la basura al pobre y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil".

El Papa Francisco resaltó luego que "nosotros que cantamos que 'vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles', somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas".

Dios nos rehace cada vez que rezamos
La oración, afirmó el Pontífice, "es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración con Jesús del discípulo misionero".

Para concluir, el Santo Padre recordó que "el campanario de esta Catedral fue rehecho varias veces; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamos, firmes como un campanario, gozosos de repicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y lo dejemos al Señor hacer, que Él haga, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en el Paraguay".

Texto íntegro de la meditación del Papa
El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció una breve homilía. A continuación el texto completo de su meditación:

Qué lindo es rezar todos juntos las vísperas. ¿Cómo no soñar con una Iglesia que refleje y repita la armonía de las voces y del canto en la vida cotidiana? Y lo hacemos en esta Catedral, que tantas veces ha tenido que comenzar de nuevo; esta catedral es signo de la Iglesia y de cada uno de nosotros: a veces las tempestades de afuera y de adentro nos obligan a tirar lo construido y empezar de nuevo, pero siempre con la esperanza puesta en Dios; y si miramos este edificio, sin duda no los ha defraudado a los paraguayos. Porque Dios nunca defrauda Y por eso le alabamos agradecidos.

La oración litúrgica, su estructura y modo pausado, quiere expresar a la Iglesia toda, esposa de Cristo, que intenta configurarse con su Señor. Cada uno de nosotros en nuestra oración queremos ir pareciéndonos más a Jesús.

La oración hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista. La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos del Dios «que alza de la basura al pobre» (Sal 112,7) y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil.

Nosotros que cantamos que «vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles», somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas.

La oración es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración con Jesús del discípulo misionero.

Estar apegados a Jesús da profundidad a la vocación cristiana, que interesada en el «hacer» de Jesús –que es mucho más que actividades– busca asemejarse a Él en todo lo realizado. La belleza de la comunidad eclesial nace de la adhesión de cada uno de sus miembros a la persona de Jesús, formando un «conjunto vocacional» en la riqueza de la diversidad armónica.

Las antífonas de los cánticos evangélicos de este fin de semana nos recuerdan el envío de Jesús a los doce. Siempre es bueno crecer en esa conciencia de trabajo apostólico en comunión. Es hermoso verlos colaborando pastoralmente, siempre desde la naturaleza y función eclesial de cada una de las vocaciones y carismas.

Quiero exhortarlos a todos ustedes, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y seminaristas a comprometerse en esta colaboración eclesial, especialmente en torno a los planes de pastoral de las diócesis y la misión continental, cooperando con toda su disponibilidad al bien común.

Si la división entre nosotros provoca esterilidad (cf. Evangelii gaudium 98-101), no cabe duda de que de la comunión y la armonía nacen la fecundidad, porque son profundamente consonantes con el Espíritu Santo.

Todos tenemos limitaciones. Ninguno puede reproducir en su totalidad a Jesucristo, y si bien cada vocación se configura principalmente con algunos rasgos de la vida y la obra de Jesús, hay algunos comunes e irrenunciables. Recién hemos alabado al Señor porque «no hizo alarde de su categoría de Dios» (Flp 2,6) y esa es una característica de toda vocación cristiana: no hizo alarde de su categoría. El llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto.

La supremacía de Cristo es claramente descrita en la liturgia de la Carta a los Hebreos; nosotros acabamos de leer casi el final de esa carta: «Hacernos perfectos como el gran pastor de las ovejas» (Hb 13,20), y esto supone asumir que todo consagrado se configura con Aquel que en su vida terrena, «entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas» alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado.

Terminemos de rezar nuestras vísperas; el campanario de esta Catedral fue rehecho varias veces; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamos, firmes como un campanario, gozosos de repicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y lo dejemos al Señor hacer, que Él haga, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en el Paraguay.



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