De Corazón a corazón: Hech 10,25-26.34-35.44-48 ("Dios no hace acepción de personas... Bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra"); 1Jn 4,7-10 ("Dios es Amor... envió al mundo a su Hijo para que vivamos por él"); Jn 15,9-17 ("Como mi Padre me amó, así también os he amado; permaneced en mi amor")

Contemplación, vivencia, misión: Las afirmaciones de Juan en su primera carta, cuando afirma y comenta que "Dios es Amor", quizá son el mejor recuerdo suyo de haber reclinado su cabeza sobre el pecho de Jesús y haber valorado su declaración de amor: "Como el Padre me amó, así os he amado yo" (Jn 15,9). Nos ama hasta dar la vida, para comunicarnos su misma vida. Dios le ha enviado para hacerse responsable de nuestra vida y transformamos en él. Es la armonía de la revelación y de la fe: ser hijos en el Hijo, participando de su misma vida divina. Si no dejamos entrar la luz y la acción amorosa de Espíritu en nuestro corazón, no se entiende nada de la persona y del mensaje de Jesús.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La Virgen de Fátima (13 mayo 1917) pidió oración y penitencia, es decir, actitud relacional-filial con Dios y apertura a sus designios de amor. "Animados por las virtudes y el ejemplo de san Juan de Ávila, os invito, pues, a ejercer vuestro ministerio presbiteral con el mismo celo apostólico que lo caracterizaba, con su misma austeridad de vida, así como con el mismo afecto filial que tenía a la santísima Virgen María, Madre de los sacerdotes" (Benedicto XVI, 10 mayo 2012, disc. al Colegio Español, Roma).