De Corazón a corazón: Deut 7,6-11 ("El Señor te ha elegido para que seas el pueblo de su heredad personal… por el amor que os tiene") ; 1Jn 4,7-16 ("Dios es Amor… nos envió a su Hijo para que vivamos por él"); Mt 11,25-30 ("Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón")

Contemplación, vivencia, misión: Cuando Jesús habló de su Corazón "manso y humilde" (Mt 11,29), anticipó de algún modo el momento en que abrieron su costado con una lanza y del que salió "sangre y agua" (Jn 19,34). Su vida fue siempre "donada" ("sangre"), para comunicarnos una vida nueva, su misma vida divina ("agua"). Así nos ama Dios, dándose él, con "lazos de amor" (Os 11,4) y corazón materno. La historia de la humanidad inicia en el Corazón de Dios, cuyos latidos afloran de modo especial en toda la Escritura.

*En el día a día con la Madre de Jesús: El compromiso de vivir en sintonía con los latidos del Corazón de Jesús como María, se inspira en su oración sacerdotal: "Padre… los que tú me has dado… son mi expresión (mi gloria)… yo me inmolo por ellos para que sean santos... que sean uno como nosotros… les amas como a mí… yo estoy en ellos" (Jn 17,10-28).

*Alegría del Evangelio, renovación misionera: "A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva. ¡No nos dejemos robar la esperanza!" (Evangelii Gaudiium, n.86)