De Corazón a corazón: Ecli (Sir) 48,1-14 (Elías: "Su palabra abrasaba como antorcha"); Mt 6,7-15 ("Vuestro Padre sabe lo que necesitáis… Padre nuestro")

Contemplación, vivencia, misión: La historia de la humanidad está amasada de presencia de Dios que habla al corazón, también por medio de nuestros hermanos y de los acontecimientos. Para relacionarse con Dios, basta con abrir el corazón dejando entrar en él su mirada de Padre; entonces es posible devolverle el reflejo de su mirada. Pero esto sólo es posible si Jesús, la Palabra personal de Dios, vive en nosotros. Orar es alegrarse filialmente de su presencia. Desde los inicios del cristianismo, la comunidad cristiana ha orado prestando su voz y su corazón a Cristo resucitado presente. Así se aprende a mirar al mundo amándolo como Él.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La oración del "Padre nuestro" construye la historia personal y comunitaria, moldeada según el mandato del amor. Desde el seno de María, Jesús se ofrecía al Padre con la actitud filial resumida en esta oración, que es suya y nuestra (cfr. Heb 10,5-7).

*Alegría del Evangelio, renovación misionera: "Necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas" (Evangelii Gaudium, n.71). Ver Corpus Christi: domingo próximo o en Año Litúrgico.