De Corazón a corazón: Mal 3,1-4 (“Vendrá a su templo el Señor, a quien vosotros buscáis”) / Heb 2,14-18 (“Misericordioso, Sumo Sacerdote fiel, probado en el sufrimiento”); Lc 2,22-40 (“Llevaron a Jesús para ofrecerlo... Han visto mis ojos tu salvación… luz de las gentes… una espada atravesará tu alma”)

Contemplación, vivencia, misión: La vida de Jesús es un “sí” de oblación al Padre por nosotros, para ser nuestra “luz” y “salvación”. Así fue desde el seno de María y en sus manos maternas cuando fue presentado en el templo. La Iglesia, como “consorte”, que comparte la misma suerte y la misma “espada” de Cristo, está llamada a hacer de la vida un “sí” oblativo y fecundo. La acción materna de María en la Presentación continúa ahora para que todos los fieles sepan recibir a Cristo (“el Verbo” o “Palabra” personal de Dios), hacerse oblación con él y “transmitirlo al mundo” (Benedicto XVI, Verbum Domini, n.124).

*En el día a día con la Madre de Jesús: Toda la Iglesia está llamada a ser como María: “La fe eclesial tiene su paradigma en el sí de María” (VDo 29). La “vida consagrada” es “visibilidad” y “memoria” de esta realidad esponsal y oblativa de la Iglesia, como “exégesis viva de la Palabra de Dios” (VDo 83).

*Alegría del Evangelio, renovación misionera: “Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas” (Evangelii Gaudium, n.107). Para: Domingo cuarto Tiempo Ordinario (2 febrero 2014), ver Año Liturgico.