De Corazón a corazón: Is 55,10-11 ("Mi palabra no tornará a mí vacía"); Mt 6,7-15 ("Ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis… Orad así: Padre nuestro"…)

Contemplación, vivencia, misión: La "Palabra" personal de Dios es el mismo Jesús, que quiere vivir en nuestro corazón, para orar y para amar desde nosotros al Padre y a los hermanos. La santificación es un don suyo, como efecto de habernos "bautizado" ("esponjado", "injertado") en él. Si le dejamos orar en nosotros (diciendo con él: "Padre nuestro"), vivirá y amará en nosotros. Su actitud filial en nosotros es itinerario de santificación: humildad, confianza, entrega. "En la oración encontramos tiempo para Dios" (Benedicto XVI).

*En el día a día con la Madre de Jesús: El "Magníficat" de María, cuando llevaba a Jesús en su seno, es ahora nuestra oración de actitud filial: humildad ("sierva"), confianza ("misericordia"), entrega ("engrandece mi alma al Señor").

*Alegría del Evangelio, renovación misionera: El Espíritu Santo nos ayuda a orar con confianza: “Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él «viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rom 8,26)” (Evangelii Gaudium, n.280).