De Corazón a corazón: 1Tim 3,1-13 (Función de los ministros: "Cuidar de la Iglesia de Dios"); Lc 7,11-17 (Resurrección del hijo único de una viuda en Naim: "Se compadeció… No llores… Joven, levántate")

Contemplación, vivencia, misión: San Juan de Ávila tiene un comentario impresionante sobre la resurrección del joven en Naim, aplicable a todo apóstol: "Si hubiese en la Iglesia corazones de madre en los sacerdotes que amargamente llorasen de ver muerto a sus espirituales hijos, el Señor, que es misericordioso, les diría lo que a la viuda de Naim: No quieras llorar. Y les daría resucitadas las ánimas de los pecadores" (Plática 2ª). A veces buscamos la "identidad" del apóstol (laico, sacerdote o persona consagrada) por las nubes de nuestra fantasía. No es necesario hacer tantos rodeos; basta con saber que se trata de "cuidar de la Iglesia de Dios", amarla, servirla sin servirse de ella. La fuente del auténtico celo apostólico no está principalmente en motivaciones sociológicas ni psicologicas.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La mirada de compasión de Jesús en Naim es un esbozo de su "mirada" a María (Jn 19,26), de pie junto a la cruz, para declararla "nuestra Madre en el orden de la gracia" (LG 61).

AÑO DE LA FE: En el anuncio de la fe, "María, es ejemplo de aquel amor maternal que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres" (LG 65 y RMi 92).