Lecturas: 1Jn 5-2,2; ("La sangre de su Hijo Jesús nos limpia de los pecados"); Mt 1,25-30 ("Te doy gracias, Padre… has escondido estas cosas a los sabios… y se las has revelado a la gente sencilla")

Contemplación, vivencia, misión: A Cristo sólo le conoce quien le ama: "Si alguno me ama, o me manifestaré a él" (Jn 14,21). "Trinidad eterna, tú eres como un océano profundo, en el que, cuanto más se busca, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco a ti. Tú sacias de modo insaciable mi espíritu" (Santa Catalina de Siena). Jesucristo nos ha redimido con su "sangre" (Ef 1,7), es decir, con su vida donada en sacrificio, para establecer la Nueva Alianza. Jesús ha realizado la salvación redentora "mediante su sangre" (Rom 5,9; Ef 1,7), que es "sangre de la Nueva Alianza" (Lc 22,20; Mt 26,28). De este modo,  ha podido "reconciliar consigo todas las cosas, tanto las del cielo como de la tierra, estableciendo la paz por medio de su sangre" (Col 1,20).

*En el día a día con la Madre de Jesús: "La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz, pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo" (Catecismo, n.517), desde su concepción en el seno de María.

AÑO DE LA FE: "Decir «Creo en Dios»  significa fundamentar en Él mi vida, dejar que su Palabra la oriente cada día, en las opciones concretas, sin temor de perder algo de mí mismo" (Benedicto XVI, 23 enero 2013).