De Corazón a corazón: Gal 3,1-5 ("¿Quién os fascinó?"); Lc 11,5-13 ("Pedid y se os dará")

Contemplación, vivencia, misión: Si Cristo no es el centro de la propia vida, la oración se convierte en una rutina o en un simple ejercicio de concentración. Jesús aconseja orar: buscando, llamando, confiando. Es la actitud filial de saberse limitado, pero amado por Dios. Se aprende a creer y a orar "con la Madre de Jesús", que es también la nuestra. Es el encargo recibido del Señor: "He aquí a tu Madre… mi Madre… que escucha la Palabra de Dios y la cumple" (cfr. Jn 19,26; Lc 2,19.51; 8,21).

*En el día a día con la Madre de Jesús: Oramos con ella ("Magníficat") y oramos a ella ("Avemaría"), para meditar con ella la vida y mensaje de Jesús. En su Corazón está el "compendio de todo el evangelio". Año de la Fe: "Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia" (Benedicto VI, Porta Fidei 15).