De Corazón a corazón: Jer 31,7-9 ("El Señor ha librado a su Pueblo, al resto de Israel"); Heb 5,1-6 ("Cristo no se atribuyó la gloria de constituirse sumo sacerdote, sino que la recibió… Tú eres ni Hijo… Tú eres sacerdote para siempre"); Mc 10,46-52 (El ciego de Jericó: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí… Señor, que vea")

Contemplación, vivencia, misión: Jesús "hermano", "esposo", "sacerdote" (Heb 5), sigue viviendo en sintonía con cada persona, se hace encontradizo, ofrece relación amistosa y donación total. Cura a ciegos, paralíticos, leprosos, endemoniados, epilépticos... Entonces curó sólo a unos "pocos", aunque fueran muchos; pero tanto entonces como ahora, ofrece a todos la verdadera curación: encontrar sentido a la vida, porque hay "alguien" que me acompaña, me ama, me ayuda a mirar a los demás con su misma mirada de donación. Sólo Jesús puede comunicar esta salvación divina.

En el día a día con la Madre de Jesús: Desde el seno de María, Jesús asume toda la historia humana y la hace parte de su misma biografía. Es el único "Sacerdote" que, ofreciendo su propia vida, salva y diviniza la vida de los demás. Participar en el sacerdocio de Jesús, significa vivir esa misma realidad con él y en él. María, "de pie junto a la cruz" (Jn 19,25) participó más que nadie en su sacerdocio.
AÑO DE LA FE: "La fe … no es el mero aceptar una serie de verdades, sino adherirse a quien me da esperanza y confianza" (Benedicto XVI, 24 octubre 2012). Para los Santos Apóstoles Simón y Judas, ver Año Litúrgico (Santos)