Capítulo I: La transformación misionera de la Iglesia
(La nueva evangelización para la transmisión de la fe) n.14… Recordemos el ámbito de «las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo»… La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio.
(Pastoral en conversión) n.25… Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una «simple administración» (Aparecida 201) Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un «estado permanente de misión» (Aparecida 551).
n.26 Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se dirige sólo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera… «La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio… Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación… a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí» (Ecclesiam suam 3). El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: «Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación [...] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad» (Unit. Redin. n.6)
(Una impostergable renovación eclesial) n.27 Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo… para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras…
n.28 La parroquia… es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero. Pero tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión.
n.30 Cada Iglesia particular, porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera. Ella es el sujeto primario de la evangelización… exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma.
n.32 Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización… También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar el llamado a una conversión pastoral… Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.
41… Recordemos que «la expresión de la verdad puede ser multiforme, y la renovación de las formas de expresión se hace necesaria para transmitir al hombre de hoy el mensaje evangélico en su inmutable significado» (Ut unum sint, n.19)
Capítulo II: En la crisis del compromiso comunitario
n.51… pretendo detenerme brevemente, con una mirada pastoral, en algunos aspectos de la realidad que pueden detener o debilitar los dinamismos de renovación misionera de la Iglesia…
(Otros desafíos eclesiales) n.102 Los laicos… Se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad.
CapítuloIII: El anuncio del Evangelio
(Persona a persona) n.127 Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos.
(La homilía) n.135… La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento.
(Un oído en el pueblo) n.155… En todo caso, es posible partir de algún hecho para que la Palabra pueda resonar con fuerza en su invitación a la conversión, a la adoración, a actitudes concretas de fraternidad y de servicio, etc., porque a veces algunas personas disfrutan escuchando comentarios sobre la realidad en la predicación, pero no por ello se dejan interpelar personalmente.
(Una catequesis kerygmática y mistagógica) n.164. Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o «kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial.
Capítulo IV: La dimensión social de la evangelización
(Las enseñanzas de la Iglesia) n.182… De ahí que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común» (Ecclesia in America 27)
(Unidos a Dios escuchamos un clamor) n.189… Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces.
(El lugar privilegiado de los pobres) n.201… Si bien puede decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad humana sea transformada por el Evangelio, nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social. La conversión espiritual…
Capítulo V: Evangelizadores con Espíritu (ver esquema aparte: Encuentro con Cristo)
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