Cap.III: "El anuncio del Evangelio"
(La homilía) 135… La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo… La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento. 138… se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediación de la gracia que Cristo derrama en la celebración.
(La conversación de la madre) 139… Nos recuerda que la Iglesia es madre y predica al pueblo como una madre que le habla a su hijo.
(Palabras que hacen arder los corazones) 142… La memoria del pueblo fiel, como la deMaría, debe quedar rebosante de las maravillas de Dios. Su corazón, esperanzado en la práctica alegre y posible del amor que se le comunicó, siente que toda palabra en la Escritura es primero don antes que exigencia. 144. Hablar de corazón implica tenerlo no sólo ardiente, sino iluminado por la integridad de la Revelación y por el camino que esa Palabra ha recorrido en el corazón de la Iglesia y de nuestro pueblo fiel a lo largo de su historia.
(La preparación de la predicación) 145… La confianza en el Espíritu Santo que actúa en la predicación no es meramente pasiva, sino activa y creativa.
(El culto a la verdad) 146… Es la humildad del corazón que reconoce que la Palabra siempre nos trasciende, que no somos «ni los dueños, ni los árbitros, sino los depositarios, los heraldos, los servidores»… Por eso, la preparación de la predicación requiere amor.
(La personalización de la Palabra) 149… Las lecturas del domingo resonarán con todo su esplendor en el corazón del pueblo si primero resonaron así en el corazón del Pastor. 150… Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabray a hacerla carne en su existencia concreta… «comunicar a otros lo que uno ha contemplado». Por todo esto, antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predicación,primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que herirá a los demás.
151… Lo indispensable es que el predicador tenga la seguridad de que Dios lo ama, de que Jesucristo lo ha salvado, de que su amor tiene siempre la última palabra… En todo caso, desde el reconocimiento de su pobreza y con el deseo de comprometerse más, siempre podrá entregar a Jesucristo, diciendo como Pedro: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy» (Hch 3,6).
(La lectura espiritual «lectio divina) (Un oído en el pueblo) 154. El predicador necesita también poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo…
(Recursos pedagógicos) 156… La preocupación por la forma de predicar también es una actitud profundamente espiritual. Es responder al amor de Dios, entregándonos con todas nuestras capacidades y nuestra creatividad a la misión que Él nos confía; pero también es un ejercicio exquisito de amor al prójimo. 158… Si uno quiere adaptarse al lenguaje de los demás para poder llegar a ellos con la Palabra, tiene que escuchar mucho, necesita compartir la vida de la gentey prestarle una gustosa atención.
(Una evangelización para la profundización del kerigma) 161… Se trata de «observar» lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta a su amor. 162.. Se trata de dejarse transformar en Cristo por una progresiva vida «según el Espíritu» (Rm 8,5).
(Una catequesis kerygmática y mistagógica) 164… Por ello también «el sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado».
(En torno a la Palabra de Dios) 174. No sólo la homilía debe alimentarse de la Palabra de Dios. Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada.
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