De Corazón a corazón: 1Cor 15,35-37.42-49 ("Lo que tú siembras no revive si no muere… así también en la resurrección de los muertos, se siembra corrupción, se siembra incorrupción"); Lc 8,4-15 ("Salió un sembrador a sembrar… la semilla es la Palabra de Dios").

Contemplación, vivencia, misión: El mismo Jesús se comparó a una semilla o granito de trigo que parece morir en el surco (cfr. Jn 12,24). Y él mismo es la Palabra que quiere sembrarse en lo más hondo del corazón, para compartir nuestra misma vida y transformarla en la suya. La vida humana "pasa", dejando de lado lo que no sirve, porque sólo queda el amor con que se han hecho las cosas. Nuestra fe en Cristo resucitado incluye la esperanza en nuestra propia resurrección final con él. La vida recobra todo su sentido cuando se hace camino de "Pascua": "Pasar" al más allá, "haciendo el bien" como él (cfr. Hech 10,38). Así lo aconseja San Agustín: "Canta y camina".

*En el día a día con la Madre de Jesús: "Es necesario mirar allí donde la reciprocidad entre Palabra de Dios y fe se ha cumplido plenamente, o sea, en María Virgen, que con su sí a la Palabra de la Alianza y a su misión, cumple perfectamente la vocación divina de la humanidad" (Benedicto XVI, Verbum Domini, 27).