De Corazón a corazón: 1Cor 11,17-26.33 ("Yo recibí del Señor lo que os he transmitido…«esto es mi cuerpo… mi sangre»… hasta que vuelva"); Lc 7,1-10 ("Señor, no soy digno").

Contemplación, vivencia, misión: Nos "acostumbramos" rutinariamente a las cosas más maravillosas. Para San Pablo, transmitir las palabras de Jesús, era como invitar a recibir aquí y ahora los latidos de su Corazón. Nosotros las oímos con frecuencia ("mi cuerpo… mi sangre"). Se trata de la vida donada de Jesús, a modo de "pan partido", que invita a un encuentro y adhesión personal. "Si Cristo está conmigo ¿a quién temeré?" (S. Juan Crisóstomo). La oración de un "pagano" (el centurión romano) se ha convertido en modelo de oración eucarística: "No soy digno".

*En el día a día con la Madre de Jesús: La rutina, tan traicionera como el cáncer, se disipa con la actitud humilde y auténtica de quien sabe admirar, desde la propia pobreza, la inmensidad del amor de Dios. Así fue la actitud de María en su "Magníficat".