domingo, 24 de febrero de 2013

LA TRANSFIGURACIÓN


La Transfiguración.

28 Unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. 29 Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante. 30 Y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando ellos se separaron de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Podríamos hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. 34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y, al entrar en la nube, se llenaron de temor. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.» 36 Cuando cesó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.


28 Unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
Unos ocho días después del primer anuncio de su pasión y después de invitar a sus discípulos a seguirlo negándose a si mismo y cargando con la cruz, toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, no será la única vez que estos discípulos le acompañen, ya lo harán también cuando llevó a cabo la resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:35-42) y cuando se apartó a orar en el huerto de Getsemaní (Mr 14:32-33) por lo tanto son testigos del poder de Cristo para resucitar muertos y de sus momentos de mayor angustia y dolor, es como si los estuviera preparando para alguna misión especial. Por otro lado, también se puede pensar que recurriera a estos apóstoles para que fueran testigos de la manifestación de su gloria, para darle un carácter oficial.

29 Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante.

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